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¿Arte y patrimonio con fecha de vencimiento?

En 2017, en el marco del Hecho en Casa Fest, el equipo de 5 artistas plásticos, encabezado por Luis Núñez, pintó un mural en un edificio de alto valor arquitectónico, ubicado en la calle Rosal 312, en el corazón del Barrio Lastarria, en Santiago.

En su obra, el artista recreó una escena que pudo haber ocurrido cualquier día, en el mismo barrio, por ahí por 1900. El mural no tardó en llamar la atención de transeúntes y paseantes, convirtiéndose en un nuevo foco de atención del turístico barrio.

Sin embargo, aquí vienen la letra chica y los resquicios legales: la obra tenía un permiso de 6 meses y, una vez concluido el plazo, los organizadores del festival se comprometían a devolver al inmueble su apariencia previa y original.

Sin embargo, se cumplieron los 6 meses y no sucedió nada: la obra continuaba en su lugar, transformándose en patrimonio y parte del paisaje urbano de dicho barrio: ya se había hecho habitual ver a visitantes locales y turistas extranjeros fotografiándose frente a la obra que, por su carácter hiperrealista, le otorgaba profundidad a la calle y sus personajes parecían mezclarse e interactuar con las personas que circulaban por ahí.

No obstante, cuando ya se pensaba que había “pasado la vieja”, la comunidad de residentes del edificio presentó un reclamo, exigiendo el cumplimiento a lo estipulado en las bases del festival. Así, ante el estupor de vecinos y personas que circulaban por Lastarria la tarde del martes 18 de junio, un grupo de funcionarios municipales, premunido de brochas, rodillos y galones de pintura blanca, condenó al olvido a este querido mural.

¿Estaba estipulado en las bases el borrado del mural? Sí. ¿Estaba en su derecho la comunidad de residentes de exigir el cumplimiento del compromiso? También. No obstante, tanto en la vida como en el arte, nada es completamente blanco ni enteramente negro. Quizás, antes del primer brochazo de pintura blanca, habría sido positivo buscar el diálogo y el consenso entre las partes involucradas: la comunidad de residentes, el ministerio de las Culturas y la Municipalidad de Santiago, con el objetivo de conservar el mural de Núñez, ya adoptado como patrimonio barrial.

Para zanjar la polémica, el Alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, declaró haberse puesto en contacto con Luis Núñez para trabajar en una nueva obra, argumentando que los muros en la comuna de Santiago sobran. Como si un nuevo mural reemplazara la pérdida del otro. Como si el arte, la cultura y el patrimonio fueran desechables y, al igual que un yogurth, tuvieran fecha de vencimiento.

Ya está disponible el libro “El Mandinga: historias del diablo en la zona central de Chile”

Luego de casi 3 años de trabajo en terreno y de investigación, el martes 8 de febrero se desarrolló el lanzamiento virtual del libro “El Mandinga: historias del diablo en la zona central de Chile”, proyecto desarrollado por integrantes de Lúmina Factoría y FUCOA.

Han sido tres largos años, desde que nació la idea de desarrollar un libro que recopilara las historias y leyendas del diablo en la zona central de Chile, como parte de nuestro patrimonio inmaterial. Este libro, financiado por la Fundación de Comunicaciones, Capacitación y Cultura del Agro (FUCOA), dependiente del Ministerio de Agricultura; escrito por Pablo Poduje y con fotografías de Paula García, representantes de Lúmina Factoría; vio la luz el martes 8 de febrero, fecha en que se realizó la ceremonia virtual de su lanzamiento.

El libro, disponible en versión digital, recopila y describe leyendas protagonizadas por el Cola de Flecha en distintos territorios y localidades de la zona central de Chile, desde el Valle del Elqui hasta Hualañe, con escalas en Petorca, Alhué, Valparaíso, Pirque, Doñihue, Peumo, Peñaflor, entre otras.

Esta publicación cumple con el objetivo de preservar estas leyendas que, tradicionalmente, pasaban de generación en generación, alrededor de un bracero, un fogón o compartiendo un mate y que, lamentablemente, se ha ido perdiendo. Las nuevas generaciones prácticamente no participan de ese tipo de encuentros, por lo tanto, estas leyendas se han ido apagando, no por pérdida de memoria, sino más bien, por falta de audiencia: los teléfonos celulares, las redes sociales, las consolas de juegos e Internet han monopolizado la capacidad de asombro de las nuevas generaciones y también han secuestrado su imaginación.

El libro “El Mandinga: historias del diablo en la zona central de Chile” es una demostración que este personaje está plenamente vigente en el mundo rural en la actualidad: las personas evitan hablar del diablo, incluso, son reacios s pronunciar su nombre, como si su sola mención fuese una forma de invocarlos.

Los invitamos a leer estas historias sobre este diablo chileno que, dependiendo del territorio, puede ser un gran señor y, en otros, un pobre diablo.

Revisa la versión papel digital del libro “El Mandinga: historias del diablo en la zona central de Chile” pinchando este link:

https://fucoa.cl/publicaciones/mandinga/